miércoles, 24 de agosto de 2011

"Bandera de sangre"

---Stillstehem! (¡Firmes!)
La voz del antiguo cabo Adolf Hitler restalla como un latigazo. Cuarenta y seis taconazos suenan al unísono. Ni siquiera llegan a cincuenta los valientes (veteranos del frente, estudiantes, empleados y parados) dispuestos a proteger la reunión de propaganda del Partido Obrero Nacional Socialista Alemán.
Este 4 de noviembre de 1921, los responsables del movimiento han alquilado la sala de fiestas de la Hofbräuhaus en Múnich.
Para ellos, ésta es en cierta manera una sala sagrada, bajo estas bóvedas falsamente góticas, entre el estrépito de las jarras de cerveza al chocar con las mesas de blanca madera, el 24 de febrero de 1920 se celebró la reunión fundacional del Partido. Adolf Hitler habló allí durante cuatro horas para exponer los 25 puntos de su programa. Y, sobre todo, para anunciar que él no dirige un Partido como los demás. Un fulgor extraño arde en los ojos azul oscuro de este joven de treinta años. Ha venido a traer el fuego, y posteriormente escribirá:
“En su llama ardiente se forjará un día la espada que devolverá al Sigfrido germánico la libertad y, a la nación alemana, la vida”
Más de dos mil espectadores, entre los cuales predominaban los adversarios y los escépticos, fueron entonces conquistados por este orador que luego aparecerá como un profeta, cuanto como un político.
Tras ello ha llenado salas enteras, teniendo dos o tres reuniones por semana y echando el resto al alquilar el enorme Circo Krone, donde los asistentes tuvieron que apiñarse hasta la pista.
Extraña embriaguez para este soldado vencido al ver que seis mil quinientas personas se ponían de pie al final de su discurso y cantaban al unísono el Deutschland uber alles, canto con el cual, con los jóvenes voluntarios del Regimient List, había saludado su bautismo de fuego en Flandes, al alba de una noche fría y húmeda del otoño de 1914.
Esta noche se halla de nuevo en la Hofbräuhaus, pero en esta velada hay que evitar que Hitler hable. Al menos eso lo han decidido los “rojos”, comunistas y socialistas marxistas. La sala está ya abarrotada desde las ocho de la tarde. La llenan sobre todo adversarios, y muchos partidarios suyos han encontrado las puertas cerradas por la policía. Ellos esperan fuera, en la fría noche de noviembre, en la Platzl.
Han podido entrar, con los organizadores de la reunión, los cuarenta y seis muchachos del servicio de orden que acaban de ponerse firmes en el vestíbulo. Se precisa una actitud de soldado para oír lo que Adolf Hitler quiere decirles:
--- Camaradas míos, esta noche será cuando probaréis vuestra fidelidad al Movimiento…
Le miran todos. No son más que un puñado. Presienten ya lo que el Führer dirá un día ante centenares de miles de camisas pardas en el estadio de Nuremberg: “El milagro es que yo os haya encontrado a ustedes y que vosotros me hayáis encontrado a mi”. Esta noche, habla ante el más pequeño auditorio de su carrera de agitador:
--- Pase lo que pase, ninguno de vosotros tiene que abandonar su puesto. Yo seguiré en la sala hasta el fin. No puedo creer que uno solo de vosotros pueda abandonarme.
Las mandíbulas se crispan, los puños se aprietan y las miradas se clavan en los ojos de este hombre que han elegido como jefe, un juramento mudo que ninguno ha de traicionar.
--- Al que vea que se porta como un cobarde, yo mismo le arrancare el brazalete y le quitaré la insignia.
La palabra ha sido dicha: el honor. Por un pedazo de tela roja o uno de metal ornado con la cruz gamada están dispuestos a hacerse matar… Pues Adolf Hitler concluye diciendo:
--- Intervenid a la primera tentativa de sabotaje. Y acordaos de cuál es la mejor forma de defensa: el ataque.
Él repite una vez más con voz silbante la palabra Angriff! (al ataque), luego, bruscamente, tiende el brazo derecho en el gesto de saludo que él mismo ha elegido para su movimiento:
--- Sieg! (¡Victoria!)
Tres veces responden ellos Heil!, con una voz más áspera y ronca que de ordinario.
Y entran en la sala de la Hofbräuhaus, donde el humo de los cigarrillos forma una especie de bruma. Adolf Hitler piensa, un instante, en aquel gas mortal que le quemara los ojos en tiempos de la I Guerra Mundial. Hay un olor pesado a sudor, cerveza y tabaco. Y luego, inmediatamente, los gritos:
--- Puerco… Vamos a acabar contigo… Esta noche te haremos cerrar el pico… ¡Asesino Fascista!
Los rojos están convencidos de ser los más fuertes. Se remueven en sus bancos, blandiendo sus jarras de arcilla timbradas con la corona de la Hofbräu. Esta Stein (piedra), como la llaman en Múnich, puede convertirse en un arma muy temible.
Adolf Hitler sube a la mesa que sirve de estrado. Lleva su vieja guerrera ceñida a la cintura y toma aliento antes de lanzar la frase habitual del comienzo de sus discursos:
--- Hombres del pueblo Alemán…
Allí están ellos, los hombres del pueblo, sentados o de pie, apretados, fuertes. Vienen de la fábrica de Maffei, de la planta de contadores Isaria o de la Kustermann. Terminada su jornada de trabajo, han venido a la Hofbräuhaus para limpiar la ciudad de Múnich de la “chusma nacionalista”. Extendiendo sus brazos Hitler puede tocarlos. Algunos hasta se han sentado en la mesa que le sirve de estrado. Piden incesantemente cerveza y alinean las jarras vacías debajo de la mesa. Las baterías están preparadas. Pero esperan la señal.
La magia del verbo. Durante hora y media dejan hablar a Hitler, a veces, hay alguna interrupción. Pero este hombre, con voz quebrada, en la que se percibe el acento austriaco, arde con tal fuego que muchos hubieran querido oírle hasta el fin.
El jefe del Partido Nacional Socialista cree que, una vez más, ha ganado la partida. Él siente que el auditorio vacila ante sus llamamientos. Va a salirse con la suya… Pero, con el rabillo del ojo, vigila a los agitadores que van y vienen por la sala dando consignas de mesa en mesa.
Algo va a pasar. Los jefes rojos no pueden tolerar que resuene esta voz que habla de la patria alemana como puede hacerlo un obrero y un soldado. Es necesario quebrantarle. Inmediatamente, antes que sea demasiado tarde. Antes de que las masas se entreguen a este desconocido salido de la multitud.
Adolf Hitler da contestación a una interrupción e inmediatamente comienzan los gritos, un hombre se sube a una silla y lanza un breve grito:
--- Freiheit! (¡Libertad!)
Ésta es la señal. La gente se abalanza hacia el estrado. Las jarras vuelan. Las sillas son quebrantadas para hacer con ellas palos. Salen a relucir los cuchillos.
Suenan fuertes gritos:
--- ¡Muerte! ¡Muerte!
Entonces, el servicio de seguridad da la orden de carga:
--- Vorwärts! (¡Adelante!)
Adolfo Hitler, que sigue en su sitio, domina el tumulto. No puede menos que sonreír. De haber sido una reunión del Partido Burgués, esta finalizaría inmediatamente, y él se encontraría en la calle con el rostro ensangrentado. Pero este no es un partido burgues ¡Esto es el Partido Nacional Socialista! Responde a los golpes con golpes.
Sus hombres se forman en grupos de ocho o diez, y se lanzan en un solo impulso sobre la masa compacta de sus adversarios dando puñetazos, cintazos y silletazos. Corre la sangre. Redoblan los gritos. A la cabeza de la cuadrilla va el secretario particular de Adolf Hitler, el fiel Rudolf Hess, antiguo piloto de guerra. Se distingue su cabeza, de oscuros cabellos rizados y grandes cejas muy pobladas que a veces lanza sobre un rojo, como para destrozarlo con su cráneo.
Hasta los heridos vuelven al asalto. Veinte minutos de lucha. Los perturbadores son rechazados lentamente hacia la salida entre sangrientos vaivenes. ¡Setecientos u ochocientos hombres van a ser expulsados de la sala por un equipo que no llega ni siquiera a cincuenta buenos mozos! Pero esta noche, en la Hofbräuhaus, cada uno de ellos cree ser un Sigfrido…
Adolf Hitler anota en el Mein Kampf (mi lucha): “Como leones, en grupos de ocho o diez caían sobre sus adversarios y poco a poco éstos fueron arrollados y echados del recinto. No habían transcurrido cinco minutos cuando vi que casi todos los míos sangraban y estaban heridos. ¡A cuántos de ellos no me fue dado conocerlos entonces! A la cabeza, mi bravo Maurice, además de mi actual secretario privado Rudolf Hess y muchos otros que, aun gravemente heridos, atacaban siempre de nuevo, mientras podían mantenerse en pie”. Volumen II, Capítulo VII: “La lucha contra el frente rojo”.
Dominado el tumulto, suenan dos pistoletazos. ¿Será una nueva señal? Les sigue un breve tiroteo. Un hombre grita:
--- Esto ya no es trifulca… ¡Esto es la guerra!
Parece que una granada ha estallado en la sala. Todo ha quedado devastado; pero ya no queda ni un solo perturbador. A los heridos graves se los llevan en coche. Los menos perjudicados son vendados y retornan a sus puestos. El público se aprieta en rededor de la tribuna. Hermann Esser, que preside la reunión, declara con voz imperturbable:
--- La velada continúa. El conferenciante tiene la palabra.
Y Adolf Hitler prosigue su discurso. Terminado el discurso y dándose por clausurada la reunión. Un policía entra de prisa y muy excitado. Moviendo nerviosamente los brazos y gritando:
--- ¡La asamblea queda disuelta!
Sin querer Adolf Hitler no puede menos que reírse ante semejante alarde auténticamente policiaco. Entre policías esa manía por darse importancia es típica. En tanto más inferiores son, mayor autoridad quieren aparentar.
A partir de esta velada del 4 de noviembre de 1921, el servicio de orden del Partido Nacional Socialista pasa a denominarse Sturmabteilung (sección de asalto) o SA.

viernes, 15 de abril de 2011

¡Las Malvinas son argentinas!


Homenaje a los heroes que lucharón en la Guerra de las Malvinas, hispanos que no cedierón ante los ingleses y dierón prueba de la bravura y corazón que guardan los hijos de Argentina, que sus hazañas sean ejemplo para el resto de paises que conformamos la comunidad hispana.

Anacleto Gonzales Flores.

El primer dia del mes de abril se conmemoro el aniversario luctuoso de Anacleto Gonzales Flores, primer lider del movimiento Cristero en Jalisco, fue capturado y torturado en un fallido esfuerzo por sacarle secretos y luego fusilado. "La historia se escribe bajo la gravitación irresistible de la supervivencia de los muertos"... Su sepelio fue un plebiscito popular.

Plutarco Elias Calles como presidente logro notables progresos en el orden administrativo y habria conseguido hacer muchos más bienes al país si no hubiera resbalado en la lucha anti-rreligiosa (De influencia masonica) que costo tanta Sangre, inquietud y dinero. Reformando la Costitución Política en su articulo 130 y el Código Penal de 1926 (leyes callistas o de Calles). Se enfrento a un levantamiento armado del pueblo por las ridiculas aplicaciones que se les dio a estas leyes, vervigracia: en Tabasco se obligo a sacerdotes a casarce, mientras que en Chiapas y por norma de la Ley de Previsión Social algunos sacerdotes eran tratados como "malvivientes", las protestas de los Obispos y el pueblo no se hicierón esperar, pero ante la renuencia de Calles por abrogar las leyes se levantarón diversos grupos armados en Michoacan, Guanajuato, Jalisco, Colima y Zacatecas.




Anacleto Gonzales Flores, que por saber atraer voluntades y encender entusiasmos había sido nombrado Jefe del movimiento armado en Jalisco, fue capturado en su refugio de Guadalajara (1 de abril) debido a una denuncia hecha por un cristero de reciente ingreso. En manos de sus captores Ancleto fue desnudado, se le colgo de los pulgares, se le flagelo, se le hicierón cortaduras en los pies, todo para que delatara a otros jefes y revelara los dispositivos de las fuerzas rebeldes y sus centros de abasto. Pero su espíritu resistio el tormento de su cuerpo hasta que le dierón muerte, junto con los hermanos Jose y Ramón Vargaz Gonzales, que lo habían alojado en su casa.

Gonzales Flores dijo que moria confiado en su causa, con la confianza que habria depositado en uno de sus discursos: "Nadie ha logrado enterrar totalmente a los muertos. El puñado de polvo que se encuentra en el fondo de las tumbas no es el único que los muertos han regado sobre su camino, porque cada hombre, cada raza, cada generación, es como una caravana de polvo que se dispersa durante la jornada. Vivimos en medio del polvo de los muertos y somos como las multiples miriadas de unidades de la selva, que de cuando en cuando se rejuvenecen, y que periodicamente deja caer sus hojas amarillentas hasta hacer de ellas un oceano de polvo que invade los troncos de las mismas frondas... La historia se escribe bajo la gravitación irresistible de la supervivencia de los muertos.

Así aquellos hombres pagaban con el polvo de sus cuerpos la rebeldia de sus espíritus. La inhumación de Anacleto Gonzales en Guadalajara fue un Plebiscito Popular en que una gigantesca muchedumbre acompaño el cortejo hasta la tumba. Dos jovenes que en oraciones funebres ensalzarón al caido fuerón seguidos por agentes policiacos y desaparecierón esa noche como otros muchos, en pueblos y ciudades, que eran asesinados y enterrados clandestinamente. Anacleto Gonzales fue beatificado el 20 de Noviembre del año 2005 en el Estadio Jalisco.

Actualmente Anacleto Gonzales sigue siendo recuerdo al igual que otros martires de la Guerra Cristera para los movimientos cristianos y sectores nacionalistas, el articulo 130 de la Constitución actual regula los principios de separación Iglesia- Estado, lo cual es correcto, sin embargo se deben tachar aquellos actos en los que el Estado quiera intervenir en asuntos de credo (como fue el caso de las leyes de Calles) y viceverza.

jueves, 7 de abril de 2011

Agustin de Iturbide "Consumador de la Independencia y Leyenda Negra"

Articulo tomado del periodico moreliano "LA VOZ de Michoacan" con fecha del 19 de Mayo del año 2010 y escrito por el Historiador. Jorge Luis Campos.




El maestro Manuel Herrera y Lasso cada 27 de Septiembre preguntaba a sus alumnos de la Escuela Libre de Derecho: ¿Que se conmemora el día de hoy? -Y se respondia él de la siguiente manera-. "Este día entró en la ciudad de México el Ejercito Trigarante con Don Vicente Guerrero a la cabeza y parece ser que con un moso de estribo llamado, si no mal recuerdo, Agustín de Iturbide".
 
El común denominador es un gran desconocimiento de la historia nacional.  Además, se nos ha enseñado una historia oficial muy manipulada y tendenciosa, una historia más abocada a juzgar y a condenar.
 
Uno de los personajes cuya sola mención ocasiona toda clase de sinsabores y resquemores es Agustín de Iturbide; se nos ha inculcado la imagen de un traidor de la más baja ralea. Cuantas vecez la historiografía sería y profesional ha abordado la vida del libertador de nuestro país, casi unanimemente se le reconoce a él por su gran aportación a la Independencia Mexicana.
 
Iturbide, efectivamente era cruel y sanguinario, pero a la guerra se va a vencer y, en algunos casos la adrenalina de la batalla los llevaa cometer atrocidades como la permitida por Don Miguel Hidalgo en la Alondiga de Granaditas. Desde que lanzo su arenga en Dolores a su derrota en Puente de Calderon transcurren solamente cuatro meses, "este poco tiempo no le quita merito". Decía Salvador Dali: el primero que comparo los petalos de una rosa con las mejillas de una mujer pudo ser un genio, el segundo pudo ser un idiota.
 
¡Como michoacanos nos duele que Iturbide haya derrotado en la batalla de Valladolid a principios de 1915 al Generalisimo Morelos (Sin ninguna duda es quien realmete mantiene viva la llama de la independencia y le da forma y fondo con el Congreso de Chilpancingo y la Constitución de Apatzingán), derrota que le ocaciono nunca ser lo que en sus inicios, aunado a la captura y fusilamiento de brazo derecho, el tambien cura Mariano Matamoros!. Ambos oriundos de Valladolid.
 
Despues de la captura y fusilamiento en Diciembre de 1815 del Generalisimo Jose María Morelos, fueron años en que la Revolución de Independencia se fue apagando, ocacionado por la atomización de la lucha, la prisión, muerte o por haberse acojido al indulto muchos de los cabecillas, aunado a que no existia ningún personaje con el prestigio y carisma para aglutinar a los sublevados.
 
A Felix María Calleja, primero como Capitan General del Ejercito Realista y despues como Virrey (1813 a 1816) junto con Agustín de Iturbide, se les considera los vencedores de los insurgentes. De 1816 a 1821 fue nombrado Virrey de la Nueva España el Teniente General de la Armada Española: Juan Ruiz de Apodaca, quien realizo una labor pacificadora y conciliadora concediendo indultos.
 
Los únicos reductos Insurgentes se encontraban en la intrincada Sierra del Sur, dirigidos por Don Vicente Guerrero y Pedro Ascencio; su fuerte era la guerra de guerrillas, teniendo una desigual suerte en los campos de batalla. La lucha por la independencia había dejado más de un millon de muertos (1/6 parte de la población de la Nueva España). Aunado a que la mayoria del territorio la economía quedo devastada. En los años que van de 1818 a 1820 nuevamente se había logrado consolidar el dominio español.
 
 El Virrey Apodaca fue informado que en Abril de 1820 el Rey Fernando VII había jurado la Constitución de Cadiz, con ello desaparecia la monarquia absoluta y se pasaba a una monarquia constitucional, ello afectaba grandemente a los privilegios de la Iglesia, aunado a que criollos y españoles ya no deseaban seguir pagando parte de sus ganancias a España, vieron en esto la oportunidad de independizarce.
 
A finales de 1820, Agustín de Iturbide es designado por el Virrey; Comandante General del Sur, para convatir a los insurgentes Vicente Guerrero y Pedro Ascencio, en vez de ello se puso de acuerdo y les propuso realizar la independencia, logrando se adhirieran al Plan de Iguala, proclamado el 24 de Febrero de 1821 (Igualmente ese dia se presento la bandera Trigarante con la leyenda; Religión, Independencia, Unión, Regimiento Infanteria).
 
La Bandera representaba las tres garantias: La iglesia Catolica sería la única religión aceptada; la independencia total de España y la unión de todos los habitantes sin distinción de razas, y que inmediatamente gozen de ciudadania.
 
El Catorce de Marzo de 1821 se reune con Don Vicente Guerrero en Acatempan y sellan ahí su unión. Iturbide le comunica que hará un recorrido por las principales plazas -durará seis meses- para lograr la adhesión de los cabecillas ya que conocía a la mayoria, ¿Creen que habrian apoyado a un hijo de mala madre?
 
El 27 de Septiembre de 1821 -día de su cumpleaños 38- con menos de 200 muertos, se había logrado la independencia. Haciendo su entrada triunfal a la ciudad de México el Ejercito Trigarante y al frente de ellos Agustin de Iturbide y Vicente Guerrero. El camíno de 11 años y 11 dias iniciado en Dolores por Hidalgo, había concluido y México era independiente. Su libertador Iturbide desde Palacio de Gobierno declaro:
 
"Mejicanos, ya estais en el caso de saludar a la patria independiente como os lo prometi en Iguala, Ya sabeis el modo de ser libres, a vosotros toca el de ser felicez".
 
Se le critica por haberse coronado emperador ¿Acaso por generación espontanea de un día para otro deberíamos volvernos partidarios de la República? Recordad que en la época pre hispanica la forma de gobierno era de emperadores, llegados los españoles fueron 300 años de virreinato. Los Estados Unidos en 1776 declararón su independencia optando por la República, más tarde Francia con su Revolución de 1789, dos años despues instaura una monarquia constitucional, en 1792 se proclama la República y en 1804 Napoleón se proclama emperador. Todas las otras potencias eran monarquicas. Las ideas son como las pulgas, brincando de uno a otro pero no a todos pican.
 
Despues de abdicar y exiliarse con su esposa Anna Huarte y sus nueve hijos en Lioma, Italia, donde se entera que le ha puesto precio a su cabeza la Santa Alianza, huye a Inglaterra donde se entera que se prepara una invación para recuperar Mexico y regresa a participar en la defensa, llega a Soto la Marina el 14 de Junio de 1824, siendo aprehendido, ya que el congreso había firmado un decreto (30 de Marzo de 1824) donde se declaraba traidor a la patria y fuera de la ley; cinco dias despues es fusilado en Padilla.
 
A Iturbide lo asesino la ley, mas no fue la justicia, por orden del congreso, no de un juez. ¿Como se tejío la leyenda Negra? Ello tiene su origen por un puñado de hombres que dominaban entonces a la opinión pública con sus escritos: Vicente Rocafuerte, Carlos Ma. de Bustamante, Lorenzo de Zavala, Fray Servando Teresa de Mier, y la historia dicen, es de quien la escribe, aunque no sea siempre la verdad.

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